Se me congelan las manos, se me fracturan las palabras y veo a todos lados nostalgia. Se me encharcan las pestañas y no sé respirar. Por la casualidad te conocí y sin querer empecé a sentir algo por vos. Tus abrazos son mi debilidad, puedo publicamente aceptarlo, sos como un imán que me invita a imaginar. Sin esforzarte, haces que te sueñe todos los días y no me molesta, al menos ahí puedo adueñarme de tus silencios y robarte un beso sin tener miedo. Te pienso cuando despierto aunque sé que sólo soy para vos un transeúnte más. Cuando camino menciono tu nombre, con la esperanza de que me llegue una respuesta. No me escuchas, aunque yo te solde a mi paladar. No me alejo porque imagino que te encuentro y tu herida desaparece (o al menos cicatriza). Te lo he dicho aún con miedo, nunca puedo callarme tanto.
Sólo quiero un poco... sólo quiero mirarme otra vez tras el vidrio de mis anteojos, sin mediar explicaciones, caminar de tu mano... creo que nunca se me han cumplido los sueños. Hasta que me abrazas y creo que todo puede ser así... si no me sueltas.